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martes, 16 de octubre de 2018

El corazón de Metal. Relato breve


I
Charles Bailey sabía que no podía contar que su corazón era de metal. Temblaba cuando se quedaba a solas ya que, al estar en completo silencio, podía sentir el frío interior de un corazón helado. A sus treinta y cinco años su meta era darles calor a sus débiles latidos, buscando un poco de humanidad en las personas. En realidad, ya sabía que hacer, pues todo empieza dando el primer paso. Y los pasos eran aquellos que le guiaban en pos de la búsqueda casi enfermiza de aliento humano.
Odiaba al gato callejero que se empeñaba en colarse en casa, buscando un poco de alimento y en invierno calor; él lo despachaba con una patada o una voz. La vieja sirvienta que había permanecido fiel a su lado desde su nacimiento, llamada Margaret, se empeñaba en darle sobras a ese gato blanco con manchas marrones, con heridas de guerra de la crueldad de algunos niños.
Aquel día era poco luminoso, entraba una tímida luz a través de las viejas cortinas antes blancas, ahora grisáceas, desteñidas de tanto uso. Los nubarrones que cubrían el cielo, iban a una gran velocidad, por eso Charles, intuía el viento de la calle. Se oían sonidos de carruajes, algunos chirriantes, que iban con prisas. Los caballos corrían con brío, azuzados por voces inquietas y latigazos estridentes. Estaba claro que la tormenta que iba a arreciar asustaba a propios y extraños. Pero al señor Bailey, como le llamaba Margaret, le daban igual las tormentas. Hacía mucho que sólo salía a la calle contadas veces, imprescindibles. Normalmente, lo hacía con su imaginación, su imaginación era mágica, tan mágica, que había logrado más cosas con ella que con la acción física. Si pensaba en un té caliente, allí estaba Margaret al poco con la fina porcelana y el líquido humeante. Si pensaba en un día soleado, de manera inesperada cambiaba el cielo de color y se separaban las nubes, despejando el camino al sol. Sólo que esta magia, tenía su lado oscuro, dejaba su corazón cada vez más corto de vida, se iba convirtiendo en metal, día tras día. Había dejado casi de comunicarse, de tener un aliento cercano cariñoso que le dotase del preciado bien del sentimiento.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Nunca te rindas

Eres especial. Un ser único. Abraza tu universo interior para mejorar el universo exterior. Cada experiencia positiva o negativa es un aprendizaje, aprovéchala al máximo. Ten confianza en ti, apóyate en los amigos y en la familia. Tus sueños no deben desaparecer por la edad o por lo que otros piensen. Ten claridad en tus metas. Sueña, vive, salta, disfruta, llora si es necesario. Avanza.

Yolanda Del ©

Entrevista a Jesús de Nazaret

Entrevista a Jesús de Nazaret (en adelante Jesús) para saber más de sus Milagros.

Paolo Veronese: "Las bodas de Caná"  https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=160027

YO: Muy buenas tardes, es un honor para mí que me haya concedido esta entrevista, me siento más en el cielo.
JESÚS: Trátame de tú, por favor, no soy más que nadie.
YO: Lo intentaré, pero me va a costar, eres el Hijo de Dios.
JESÚS: Soy el Hijo de Dios y tú y todos los humanos formáis parte de Él. Mejor dicho, tenéis un pedacito de Dios en lo interno.  Estamos más cerca de lo que piensas.
YO: Esta entrevista es para saber más sobre tu vida en cuerpo humano. En concreto cuando llevaste a cabo aquellos maravillosos milagros. Hoy en día casi nadie cree en ellos.
JESÚS: Porque no sabéis ver que vosotros también podéis realizarlos y lo hacéis a diario. Si os diérais cuenta de los pequeños milagros de la vida, conoceríais vuestra cercanía con la Divinidad. Sois un complemento de mi Padre. A través de vosotros, se expresa.
YO: De esas cosas me tendrás que hablar otro día largo y tendido. Pero hoy vamos a centrarnos en lo que nos atañe. Por ejemplo, el milagro de las Bodas de Caná, dónde convertiste el agua en vino.
JESÚS: Todos mis milagros tienen mucho que ver con mi famoso “Pedid y se os dará”. No puede estar más claro. Seis tinajas de piedra y mentes sedientas, pensando y concentrándose en el vino, en realidad no podía ser de otra manera. Ellos mismos lo obraron con su pensamiento, y mira, el resultado fue una magnifica fiesta. Litros de agua convertidos en un magnifico vino, gracias a un montón de mentes concentradas en el sabor del licor.
YO: ¿Y respecto al de la Curación del Ciego?
JESÚS: Tanto me insistió en que le tocase… le saqué fuera de la Aldea porque no me apetecía que hubiera muchos testigos. Le puse salivilla en los ojos y comenzó a ver borroso, y al poco tiempo, con mis manos sobre ellos, ya veía perfectamente. Se emocionó tanto que yo también lloré. Todo lo hizo él, que estaba convencido al cien por cien, de que, si yo le tocaba, se curaría de su ceguera. Entonces no había lugar a dudas, simplemente tenía que ser.
YO: ¡Caramba, los pelos se me ponen como escarpias! Cambiando de tema, es muy conocida la Resurrección de Lázaro, pero prefiero que me hables de la de la hija de Jairo. Él quería que la salvaras de su enfermedad terminal, pero en realidad había muerto ¿es así?
JESÚS: Sí, es cierto. Ella ya había fallecido, pero yo le pedí a Jairo que hiciese de su esperanza, fe. Y así lo hizo. Era una niña muy hermosa, simplemente le dije que se levantara y que anduviese, y como siempre, les pedí que no lo contaran. Luego le dieron algo de comer y recuperó el resplandor de sus doce años.
YO: ¿Por qué esa insistencia en que no comentasen los milagros? Son para nuestro conocimiento ¿no?
JESÚS: Porque yo sabía el momento exacto en que se extenderían. ¿No ves que yo lo sé todo?
YO: Claro. Bueno, háblame del Milagro de andar sobre las aguas. Me encantaría poder hacerlo.
JESÚS: ¡Hasta yo me asusté! Las olas habían alejado la barca con mis discípulos rápidamente, mientras yo rezaba unas oraciones, además era de noche. Entonces, ni corto ni perezoso, decidí acercarme andando sobre el agua salada. Es fácil ¿sabes? Y ellos empiezan a gritar de miedo.
YO: Entiendo perfectamente que lo hiciesen.
JESÚS: No veo el motivo. ¿Quién iba a ser, sino yo? era de lógica en aquel momento. Y Pedro, que todavía dudaba, me dijo que le ordenase venir hacia mí y lo hice. De pronto comenzó su caminata sobre el mar, pero con tanto vaivén del viento, tuvo miedo y claro, comenzó a hundirse.
YO: ¡Qué nervios!
JESÚS: Pero yo estaba allí ¡jajajjajj! y le di la mano y le acompañé hasta dentro de la barca. Ahí fue cuando se disiparon la mayoría de las dudas que mis discípulos todavía albergaban sobre mí ¡Hombres de poca fe! ¡Ummm!
YO: Bueno, pues creo que ya tengo bastante información para esta mini entrevista sobre tus milagros. Sé que hiciste muchos más, pero con esto, me las arreglaré bien.
JESÚS: Te lo agradezco. Resulta tan fácil entrevistarme y nadie lo intenta. Las personas piden y piden y no se les concede, ni ellos creen en lo que piden. Nunca podré entender por qué se complican tanto la vida, con lo sencilla que resulta. Y también te lo digo a ti, ¿eh? Acuérdate de que los milagros los crea cada uno con su mente, visualizando y sintiendo lo que quieren ver.
YO: Captado el mensaje. ¿Puedo pedirte…?
JESÚS: Ya lo has hecho, y ya te lo concedí hace tiempo. ¿Acaso no me escuchas? (Me guiña un ojo). Ahora debo irme.
YO: Muchas gracias por tu tiempo. Ha sido emocionante.
JESÚS: Pues llama cuando quieras, que yo acudiré ¡Adiós!

Yolanda Del ©